viernes, 19 de junio de 2009


Fue escuchada su oración Los escépticos llamarán coincidencia o casualidad; pero fue el caso, que un caballero solterón y muy rico estaba en la sacristía del Templo, esperando hablar con el P. Guardián a la hora que Inés presa de su desolación estaba contando sus penas a San Antonio; a través de las cortinas pudo contemplar la extraña escena y la desesperación de la bella muchacha, lo conmovió hondamente, escuchó sin escrúpulo alguno la patética narración de Inés, con el propósito de remediar sus penas y cuando la joven se fue, quedó D. Félix Gómez de la Serna, que así se llamaba el caballero, sumido en hondas reflexiones.

Así lo encontró Fray Bernardino, el Guardián y al interrogarlo, D. Félix le pidió informes acerca de la dolorida joven.

Los informes no podían ser mejores, la familia honradísima y muy cristiana, los padres de la chica habían conocido días mejores pero los malos negocios, los dejó en la miseria por pagar hasta el último centavo, después de una larguísima enfermedad que acabó con sus pocos ahorros murió el padre dejando a la esposa y la hija sin ningún recurso.

Entonces la viuda inconsolable se fue a la humilde casita que le cedían por caridad las Damas de la Conferencia de S. Vicente de Paúl; y se puso a trabajar en el penoso oficio de planchadora.

Esa misma noche, cuando Inés se hallaba más afanada en su trabajo, escuchó el ruido de un carruaje que se paraba frente a su puerta; llena de curiosidad se asomó a la ventana y pudo ver descender del coche a un caballero con un sombrero de capa y al P. Guardián quién al verla le dijo que le abriera la puerta porque tenían un asunto que tratar con ella y su madre.

Abrió la puerta presurosa y despertando a su madre enferma la ayudó a incorporarse. Los señores permanecían de pié porque las dos sillas que componían el mobiliario, estaban ocupadas con la ropa planchada, una vez desocupadas se sentaron los visitantes y expusieron el objeto que los llevaba.

Era nada menos que una petición formal de la mano de Inés para el Sr. D. Félix Gómez de la Serna, allí presente...

Un mes más tarde en el crucero del Templo de Sn. Francisco bellamente adornado con flores y luces, se desposaba Inés con O. Félix rendidamente enamorado de la hermosa novia.

La imagen de Sn. Antonio, protagonista de esta verídica historia se venera en el crucero del Sto. Cristo de Limpias en el Templo de San Juan de Dios.

La casa donde residió Inés con su flamante esposo ocupa hoy la Zona Militar en la calle de S. Francisco, hoy Juan de Tolosa, la Alcaicería que fue una de sus muchas propiedades lleva aún el nombre de la ALCAICERIA DE GOMEZ.